De nombre, Marina, en aquellos años de mi infancia, era la dulzura en persona, con esa voz de melodía, de saber estar en cada momento, era la bondad personificada, era la emoción constante, la melodía, la inspiración, su amor por Francisco, su marido, sus dos hijos, Eduardo y Félix, sus nietos, Damián, Carlos y Hugo, su primer biznieto, Alain, cuantos momentos, cuantos segundos de una felicidad compartida, la aventura de cada día con sus amigas del alma, en esos paseos matutinos en esas mañanas de verano, la sonrisa constante de alegría en sus labios, la sinceridad, la filosofía de su propia vida, la emoción en cada paso que daba, cuando falleció, su esposo, y no se achicó, siguió viviendo, siguió encantando en esas clases de baile dónde conoció a Eliseo, que fue su segunda alma gemela, Marina el recuerdo imborrable de una mujer mil, el inicio de su enfermedad del olvido, el centro, sus últimos días, y su partida, un ángel que pasó por nuestra vida, inolvidable, Marina...Feliz jueves para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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