Aquella Etelvina, un nombre extraño, para una mujer con esa divinidad especial a la que tuve la oportunidad de conocer en ese hotel de esa playa maravillosa, yo estaba con mis amigas, ella, con su marido, todos de vacaciones, y nos hicimos muy amigas, fue una amistad hermosa, auténtica, fueron días inolvidables, nuestros paseos a la orilla del mar, esas charlas hasta las tantas, en esa terraza, dónde el faro nos iluminaba el rostro, las sonrisas, las anécdotas, sus palabras bonitas, de bonitos fondos, la inspiración en su mirada, lo enamorada que estaba de su marido, Nicolás, el motivo de su anhelo, la llegada de su nuevo nieto, Ismael, ya tenía cuatro, y tres hijas, llegaron un fin de semana, y Etelvina, derrochaba felicidad, al ver a su familia reunida, era una mujer única, con esa sensibilidad que decía tantas cosas, era un renacer para los sentidos, con los años, con el tiempo transcurrido, la edad, la desaparición de Nicolás, la soledad, por parte de ella, hicieron que pronto esa enfermedad del olvido, rondase por su cabeza, cuando ya no conocía le quedaba ese rostro siempre alegre, mi abrazo, mis besos en mis últimas visitas hicieron que fuera una despedida en sus últimas semanas de vida...Feliz miércoles para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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