Se llamaba Teresa, era la magia personificada en una persona, era la paz en la misma felicidad, su rostro era la sonrisa, era la simpatía, era la poesía en sus propias palabras, la conocí una tarde de agosto, en plenas fiestas, de nuestra ciudad, me la presentó, Ana, nuestra conocida en común, yo iba con mis amigas, de juerga, a mis dieciocho años, estaba en mi locura juvenil, además el chico que me gustaba había quedado conmigo aquella tarde, y me sentía feliz, Teresa se puso al corriente de mi historia con Antonio, el chico que me encantaba, y me dijo a por él, no pierdas mas el tiempo, vive, es tu juventud divina, ella supo mis andanzas con Toño, mis rollos malos, mis encuentros y mis desencuentros hasta que llego la ruptura, Teresa, era viuda, pero un día conoció en un baile de la tercera edad a Manolo, y se habían echo inseparables, tenía dos hijas, Isabel y Marta, y cuatro nietos, Ana, Paula, Darío y Marta, eran todos encantadores, son muchos los recuerdos al lado de Teresa, hasta que con los años, el olvido, su enfermedad del olvido, su ingreso a ese centro, mis visitas a verla, su sonrisa, su divinidad, y su adiós, sin decir adiós, porque esos recuerdos se fueron de su mente...Feliz miércoles para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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