Cuando la vida algún día fue, para ella, Carmen, que era la reina del baile, al llegar con su marido, Francisco, enamorados, con esas miradas de complicidad, de sensibilidad, de nuevos motivos para ser felices, cuando nació esa primera hija, Lola, el segundo hijo, Lucas, la tercera hija, Pilar, y eran una familia admirada, querida, Carmen sabía llegar a ese corazón de ese alrededor que la rodeaba, y que le hacía sentir bien, esos paseos con su esposo por el centro de la ciudad, los momentos de sus hijos, de las ilusiones, de esos labios con sabor a dulce en aquellos tiempos de azúcar, que quedaron maravillados al fondo de esa retina, cuando la vida observaba el rostro, y acariciaba la dulzura, Carmen, comprendía que lo más importante de esa existencia era el cariño de los suyos, los amigos, las veladas inolvidables, y con los años, con el tiempo transcurrido, Carmen comenzó a olvidar, a desorientarse, a derrochar lágrimas sin saber porque, fue al médico con su hija, Pilar, y le dijo que tenía Alzheimer, a partir de aquel momento, todo cambio, todo fue distinto, y fue el declive de esos recuerdos que se quedaron, en esa vida de ese ayer, cuando fue...
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