Se llamaba Victorina, tenía un hombre, muy peculiar, muy especial, era una de las vecinas de mi barrio, en ese pueblo dónde pase mi niñez y mi juventud, fue amiga de mi abuela, y compañera de vivencias y anécdotas, su marido, era un hombre, de los que se puede decir que era una buena persona, con un corazón de oro, tuvieron dos hijos, cinco nietos, un biznieto, y Victorina se sentía feliz, porque siempre estaba rodeada de su familia, de su entorno, a la vez, que de sus amigas, cuando cada verano, se sentaban en la puerta, para tomar la fresca, compartiendo charlas entre risas y sonrisas, aquella caída, y la posterior rotura de su cadera, hicieron que con los años, su mente, se deteriorara, y ya no viera un camino para su trayectoria, la enfermedad del olvido, se centró en su cabeza, y aquella Victorina, dejó de ser ella, para mirar al infinito, sin mirar a nadie...Feliz fin de semana para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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