Se llamaba Raimundo llegó un día a la ciudad, y derrochaba esa filosofía que marcaba la existencia de cada uno, era una de esas personas que dejaban huella, era la sonrisa al atardecer, al amanecer, era el derroche de una energía que no dejaba indiferente a nadie, su esposa, se llamaba, Maria, y había llegado de una lejana ciudad, a la nuestra, tenían tres hijos, y tres nietos, eran personas muy amables, que nosotros los teníamos como una verdadera familia, Raimundo era un devorador de la lectura, profundizaba, en todos aquellos libros, era profesor en la universidad de literatura, y aparte amaba la materia, le gustaba marcharse a dar paseos por la montaña, porque escalar era una de sus mayores pasiones, su esposa también compartía lo mismo, le apasionaba la aventura, escalar, llegar a lo más alto para sentir ese aíre a pleno pulmón, con el suceder del tiempo, llegaría el olvido en su mente, lo ingresaron en un centro, porque María murió unos años antes, y Raimundo tuvo que ser ingresado en un centro, dónde paso sus últimos días, le recordaré como ese hombre enriquecido en su tiempo...Feliz jueves para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario