Se llamó Guillermo, era un hombre que se dejaba notar, que se dejaba querer, sentir, fue un libro abierto en el momento de su caminar, enamorado de Antonia, padres de tres hijos, de varios nietos, le gustaba la aventura, escalar durante su juventud, su madurez, el deporte fue su vida, era la madurez en vivo en experiencia, en momentos en esencia, era un comprendido de ese destino, las largas caminatas hacía el abismo, sin caer, hacía la montaña, cuando el tiempo fue sucediendo se fue a vivir a otra ciudad, por esa calma, por esa tranquilidad, alguna vez nos veíamos con su familia con la mía, y recuerdo esa sonrisa en sus labios, cuando íbamos a visitarle, era la inspiración en su propio pensamiento, cuando el olvido se centro en su memoria, Guillermo ya dejó de ser, ese centro, y sus últimos días, ya será otra poesìa en algún atardecer...Feliz jueves para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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