Se llamaba Manuela, estaba enamorada de Feliciano, su marido hasta lo más profundo de su corazón, tenían dos hijas, Lola y Gloria, que eran ese sentido que inundaba su vida, una persona vitalista, adelantada a su tiempo, a su origen, a sus formas, le gustaba de saborear el momento con sus amigos, con su familia, cogía su bicicleta y recorría la ciudad, porque hacer ejercicio era lo que le encantaba y le motivaba, era de Almería, pero el amor hacía su marido, la trajo hasta la ciudad, era la dueña de una academia de teatro, donde los alumnos derrochaban toda la ilusión del mundo, entre Manuela y yo, se produjo una amistad muy bonita, recuerdo aquella tarde en esa cafetería con mi amiga, ella se acercó y todo fue muy fácil, hacía unos días que había sido abuela por primera vez, su nieta iba a llamarse, Carolina, fuí a conocerla, a la casa de Manuela, me pareció ese encanto personificado de niña, ojitos rasgados como la madre, con Carol, como así la llamamos, siempre nos hemos llevado genial, luego llegarían Carlota, y Hugo, el pequeño, con esa familia y con Manuela al frente mi vida estuvo llena, más tarde con los años sucedidos, Manuela, ya viuda, ya más sola, ya sin ganas de vivir, la visito la enfermedad del olvido, ese Alzheimer la dejo sin saber, sin conocer, y hasta su partida, en aquel mes de mayo, su recuerdo sigue en mi mente...Feliz sábado para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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