Cuando leía al sol de esa mañana, y observaba y sonreía, era la timidez, y el encanto a la vez, se llamaba Francisco, era de esas personas geniales que uno se encuentra en la vida, un libro abierto, un diario para los sentidos, llegó un día a la ciudad, con su esposa, Maria y con sus dos hijos, David, y Lucas, todo era la divinidad perfecta para todos, una bonita casa, un trabajo excelente, un colegio adecuado para los pequeños, y nuestra amistad con mi familia, esos momentos alrededor de la mesa, compartiendo risas, charlas, anécdotas, los años, los viajes, el día frente al mar, el regalo, la ilusión, la aventura, Nueva York, cuando paseaba bajo esos rascacielos, por ese parque con otra autenticidad, Francisco, siempre fue un adelantado a su tiempo, a su origen, las bodas de sus hijos, la felicidad más absoluta, la alegría que personificaba el alma, hasta que cumplió los ochenta, los olvidos, el centro, el Alzheimer, y su partida, hacía ese cielo que es su eternidad...Feliz fin de semana para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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