En el silencio, en esa habitación de ese centro, estaba Eduardo con la mirada perdida, con esas lágrimas que caían por su rostro, los hijos le iban a visitar una tarde, y él les miraba, y ya no conocía, la enfermedad del olvido había echo mella, y la capacidad de su mente era la ausencia en esos olvidos, en el silencio, y en el recuerdo de de aquella vida intensa de un pasado, su aventura como marinero, cantante en aquellos bares, su boda con Celia, sus hijos, Mario y Sofia, sus nietos, Sergio, Carlo, Irene y Maika, una bonita familia en esa anterior vida positiva y llena de magia que ya quedo atrás, Eduardo sólo era un extraño, en su mundo, sin mundo...Feliz martes para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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