Aquel Ramiro, de ojos como el mar, de inolvidable simpatía, y de saber decir en cada situación, era ese amigo de papá, que le gustaba sobresalir, pero por el lado positivo de las cosas, estaba casado con Begoña, una mujer admirable de cada día, padres de un hijo, Baldomero, y de dos nietos, Ramiro, y Oscar, eran esa familia que le gustaba compartir, esas horas de risas y anécdotas, le encantaba viajar, aprovechar ese tiempo libre para asistir a el teatro que le apasionaba y la música que le daba vida, cuando años después comenzó con esos olvidos, cuando se desorientaba en medio de una calle y no sabía por dónde ir, y cuando decidieron ingresarle en aquel centro de enfermos de Alzheimer, y fue el principio de un final anunciado...Feliz domingo para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario