Admirado en su pueblo, hombre con sabor a poesía, a magia, a palabras bonitas, un hombre que amaba esa prosa, que escribía su propia paradoja de ese destino, se llamaba Gerardo, era auténtico, práctico, bello por dentro y por fuera, dinámico con los momentos, de profesión, periodista, trabajaba en ese diario urbano, era un sibarita que amaba la naturaleza en sus fines de semana, en sus vacaciones, su esposa, Eleonora, sus hijas, Mayte y Carmela, los nietos, Fer, Nico, Noemí y Gloria, su razón de ser, sentía el viento en su rostro, la brisa en su cuerpo, era un hombre adelantado a su tiempo, a su ambiente, sólo la edad, los años, la enfermedad del olvido, hizo mella en su mente, y ese destino se cambio al perder esa memoria que le llevo a la intensidad de un cielo eterno...Feliz viernes para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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