Eduardo siempre había gozado de la dulce compañía de sus nietos, eran su debilidad, esa simpatía que tenía derrochaba vida por todos los poros de su piel, su profesión, fotógrafo, y le encantaba quedarse con esas fotos, como símbolo de grandes recuerdos en su mente, esos fines de semana que viajaba a Madrid, con Berta, su esposo y disfrutaba con esas fotos, de la capital de España, ante ese cielo azul, ese Museo del Prado, los teatros, entraba, disfrutaba de una excelente obra de teatro, y en una palabra disfrutaba de la cultura, con el suceder del tiempo, y ya de lleno en esos olvidos, y más tarde, con esa enfermedad, Eduardo dejó de ser, y su nieta Luna, le escribió ese libro dedicado, y cuando se fue, aquella novela fue un bálsamo, para Luna, y el resto de su familia, fue el recuerdo hacia Eduardo, un artista, un explorador de su vida...Feliz jueves, para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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