La conocí aquella mañana en el gimnasio de rehabilitación, tenia esa sonrisa y ese sentido del humor, siempre a su lado y con ella, subía de un pequeño pueblo de la provincia para hacer sus ejercicios en un brazo, era constante, al término la venia a recoger su hija, Mati, Andresa, era de esas personas que se la quería desde el minuto cero, con el tiempo transcurrido comenzaron los olvidos, el alzheimer y Andresa ya no estaba en su universo perdido y quizás encontrado en alguna parte...Feliz miércoles para los familiares y amigos de enfermos de enfermos de Alzheimer.
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