Diario de otra azúcar, en aquellos años cuando Marisa paseaba del brazo de Félix, su marido en aquel paseo de cerca del parque, yo charlaba con ellos, compartía momentos, entre charlas, anécdotas y vivencias sus hijos eran encantadores y sus nietos admirados y admirables, Marisa era esa perla de su propio paraíso, disfrutaba con su familia conmigo, inspiraba confianza, melodía y encanto, cuando en su memoria entró la enfermedad del olvido perdió esa mirada de complicidad para centrarse en una oscuridad sin salida...Feliz sábado para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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