Se llamaba Pinto un nombre original y asombroso a la vez, alto, delgado, rostro enjuto, con ese sentido del humor que le hacía ser imprescindible en esas reuniones de amigos en el parque de la ciudad donde vivía, toda su vida trabajó en una mina, luchador nato sin miedo a nada, un día se enamoró de Claudia y fue feliz, tuvieron dos hijos, cuatro nietos, viajó, se bebió la vida, y a sus casi cien años después de una vida vivida, la enfermedad del olvido llego y se lo llevó a su otro cielo siendo de nuevo Pinto un recuerdo con otro encanto...Feliz martes para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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