Ella fue, esa debilidad, esa sensibilidad se llamaba Anna y la conocí una tarde de verano que yo daba mi paseo para sentirme mejor, me senté en ese banco y comenzó nuestra charla amena y distendida, y esa sonrisa nunca se borraba de sus labios, era esa divinidad que de vez en cuando te encuentras en ese destino, que se llama vida, Anna era muy especial, muy dinámica, su pareja Isidro era su luz, su mundo, y le hacía valorar lo auténtico de las cosas, los años, los noventa y ese Alzheimer que hizo en Anna alguien en otra onda de alguna memoria...Feliz martes para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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