Observando a Mabel, con esa otra vida, de ese olvido, en su mente, esta allí, en ese centro, haciendo sus ejercicios de cada día, como articular palabras, cantar, observar, a ese perrito, que les llevan, para que tengan ese contacto, con esa,dulzura, y ternura, hacia el animal, Mabel, ya no reconoce a nadie, a,sus setenta años, sus tres hijos, la,suelen visitar, cada día, y ella sonríe, y les dice que se queden, y no la dejen... Feliz tarde y noche para los familiares y amigos de enfermos dé Alzheimer.
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