Por el prado verde, Filolla paseaba de la mano de su cuidadora, llevaba cuatro, años con esa enfermedad en donde la mente fue perdiendo en momentos, aquellas cartas que escribía a su amado Isaac, luego su marido y padre de sus cinco hijos, ella fue maestra en una escuela de pueblo donde todos la querían y dejo una gran huella, hoy solo es una sombra de lo que fue con un pensamiento en otra parte, de algún sitio. Feliz tarde y noche para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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