En ese centro, aquellos ancianos,ya no recordaban, ni sabían donde se encontraban, la enfermedad del olvido había quebrado sus mentes, Josefa era una entrañable abuela, que cada vez que iba a visitar, tenia esa sonrisa de agradecimiento, y me daba ese cariño, y yo a ella, la ternura, la dulzura, en esa mirada especial, y una de esas tardes, que yo fui a visitar a mi querida Josefa, nos miramos la una a la otra, y sonriendo me dijo, ya se quien eres Luz Divina, mis ojos se llenaron de lágrimas y los de ella también a la vez que las dos sonreímos...
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