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jueves, 8 de septiembre de 2016

TEODORA...


En mis años de mi infancia, la conocí, se llamaba Teodora, era mi tía en la lejanía, y en la cercanía tal vez, su experiencia de la vida, ese libro abierto de vivencias, de anécdotas, sus aventuras llenas de sonrisas y momentos inolvidables, se casó un día por amor, por un amor infinito, el tío Vicente, un hombre que le aportaba esa serenidad que ella necesitaba, tuvieron tres hijos, Gloria, Teresa y Enrique, y cuatro nietos, Bruno, Isidro, Paula y Beatriz, recuerdo aquellas celebraciones de comuniones, de bodas, de minutos de familia o mejor dicho, horas de familia, ella era muy auténtica en su forma de ser, de opinar, de discernir, era la sensibilidad en la fortaleza, tenía un sinfin de cualidades para encantar a todo el mundo, sabía ser en cada momento, en cada segundo, nunca se aburría, siempre tenía cosas que hacer, renacía de esas cenizas cada día, en ese viaje largo que hicimos, la tía Teodora estaba en su apogeo, se sentía como una manzana, decía ella, tenía ese sentido del humor, que nunca le abandonaba, la sonrisa nacía cada día en sus labios, unos años se fue a vivir con su hija a la capital de España, cuando regresó al pueblo, estaba completamente renovada, a su manera, a su estilo, con la enfermedad del olvido, muchos años después, se fue minando, hasta que murió, una fría mañana de enero, nos queda su recuerdo y su carisma...Feliz jueves para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.

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