Pérdida en otra mirada, sin memoria dominada por esa enfermedad del olvido, Esther fue una maravilla de la creación, en su alrededor, su vida, lectora de cuentos infantiles, sentía alegría y dulzura a la vez, de la mano de Peter, su amor de un flechazo en París, esa ciudad del sentimiento, de la luz, que le dio tanto, y fue donde su mirada se perdió una tarde de primavera a sus dieciocho, y volvió a ese sueño y a esa realidad...Feliz domingo para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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