Benedicta era una persona muy especial, caminaba por ese paseo cercano a su casa, y esa sonrisa le acompañaba siempre, se llevaba un libro, y en aquel banco del parque, se sentaba, y las horas, se le pasaban leyendo, hasta que ese sol de la tarde, comenzaba a decir adiós, en ocasiones, su hija, Maribel, iba a recogerla con el nieto, una preciosidad de dos años, la señora Benedicta había dado clase toda su vida, hasta su retiro, y la vida era tranquila, sin ningún contratiempo, se había quedado viuda, hacia unos años, y esa tristeza, la disipaba, con su lectura diaria, sin nadie comprenderlo, la enfermedad del olvido, se cebo en su cabeza, y el mundo para ella, dejó de girar, la residencia, la mirada perdida, y un día de finales, de un verano, dijo adiós a la vida, sin decir nada... Feliz tarde y noche para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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