En aquella Navidad, hubo lágrimas de una emoción innata, en el rostro de Laila la nieta de Rebeca porque era una maravilla andante como la abuela divina que siempre estaba allí a su lado, y sabia estar a su altura, a su modo de ser, con esos abrazos, de esos besos, que hoy solo son olvidos ante esa enfermedad del olvido, Rebeca ya es solo mirada perdida...Feliz miércoles para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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