Aquel día de lluvia, ante esa mañana de un recién iniciado diciembre, le conocí se llamaba Ovidio, era terriblemente simpático, iba de la mano de su pareja, Clara, recuerdo esas miradas, esos besos como dos jóvenes enamorados, los dos eran profesores en aquella universidad, eran libros abiertos de la vida, Ovidio y yo eramos cómplices de ese amor por el teatro, era un disfrute comentar aquellas inolvidables obras, sus hijos, Diego y Rubén también compartían ese bonito amor por este arte, fueron años intensos de una bonita amistad entre Ovidio, su familia y yo, todo se vino abajo al suceder de los años, por ese Alzheimer en la mente de este hombre tan sumamente auténtico de la vida, me quedo con esos momentos de ese ayer, hoy Ovidio ya no está, nos dejó su huella...Feliz jueves para los familiares y amigos de enfermos de Alzheimer.
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